punto de encuentro

llegó un momento en el que nos permitimos no juzgarnos
y así poder darle forma a nuestro propio concepto de ser artistas.
fue un pacto mudo, consensuado.
sobre uñas manchadas con restos de carboncillo
sujetando vasos húmedos en bares pequeños, de esquina
con lienzos enormes, en la entrada
que sería nuestra salida también,
antes o después.

el sentimiento de identificación, rondando entre el caos y la salvación artística,
nos hace estar a su disposición, bendita vía de escape
a la superación y el fracaso de talentos innatos
y técnicas de enciclopedia online.

evitamos el contexto, rechazando la época
adoptando el cinismo aceptando las consecuencias de la pérdida
del calor,
los besos en las mejillas, las catedrales góticas
los poetas anónimos de la era del copia-pega,
los runner de mil colores de farolas.

nada de eso tiene importancia cuando nos encontramos en la misma habitación
embelesándonos por
luces que son
colores formados por
manchas que producen
texturas que componen
formas que son
mujeres
de klimt.
que a su vez son historias que convertimos en nuestras.

llegó un momento en el que nos permitimos entender de Arte que no nos pertenece.

a veces ha sido el impulso que nos llevaría de nuevo hasta las líneas de nuestras manos
que nos guían hacia los puntos de encuentro, en los que
no somos artistas, musas, ejemplo, referencia, mecenas, expectadoras, creadoras, consumidoras

no necesitamos ser nada de eso
que ya ha existido
todo eso ya se ha respirado,
que es precisamente lo que mejor se nos da en esta etapa,
respirar.

estamos haciendo un poco más nuestro el aire que nos llega a los pulmones
a juego con pupilas dilatadas de luz focal y diafragma abierto,
pero confuso,
convenciéndonos de nuestra propia obra

llega un momento en el que nos sentimos a salvo entre tanto mapa sin destinos deseados
porque el objetivo no es llegar, y lo sabemos,
nos perdemos de puntillas en tiempo, espacio y corazón

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